domingo, 9 de noviembre de 2008

Hugo Boss


Los uniformes nazis, en un primer momento, producen cierto rechazo pero sí son sacados del contexto que significan y vemos con detalle encontramos que tiene su atractivo.

El Tercer Reich no dudó en cuidar su imagen como estrategia en su ascenso al poder, hoy sería considerado parte de un marketing estudiado.

Durante los años anteriores a la guerra (1933-39), el Reich se obstinaba en marcar una línea elegante en el vestuario militar, ya que la riqueza y la variedad de los uniformes de los distintos cuerpos militares era un arma propagandística para mostrar a todo el mundo el ordenamiento del poder alemán.

Un Aviso Publicitario.

En 1933, en el periódico del pueblo, el Alb-Neckar-Zeitung, se puede leer el siguiente anuncio:

”Uniformes de las SS, las SA y las HJ. Ropa de trabajo, de deporte y de lluvia.
La hacemos nosotros mismos, con calidad buena y reconocida y a buenos precios.
Boss. Ropa mecánica y de trabajo, en Metzingen.
Firma homologada por las SA y las SS. Uniformes con la licencia del Reich”.

La autoría de este anuncio se debe atribuir a Hugo Boss, el fundador y dueño de esta pequeña fábrica de Metzingen.

La Sastrería de Hugo.

Hugo Boss creó su taller de confección en 1923.

Pero el negocio no es rentable y en 1931 está a punto de fallar. Boss no puede pagar a los 22 trabajadores y la fabricación de impermeables y de ropa de trabajo no tiene mucha salida.

Pero los tiempos cambiaban en Alemania al empezar la década de los 30.

En Metzingen, una población situada al sur de Stuttgart, un pequeño taller de sastrería no deja perder la oportunidad y se une a la causa nazi.


El NSDAP, el Partido Nacional Socialista Alemán, consigue importantes cuotas de poder y Hugo Boss no duda en afiliarse. Lo hará el 1 de abril de 1931, con el número 508.889.

Con el carné nazi en la mano, el sastre de Metzingen cambia la estrategia comercial, enfocándola hacia las Fuerzas Armadas y a las nuevas SA, SS y HJ: las Fuerzas de Asalto (Sturmabteling, o SA) habían nacido en los inicios de los años 20 para proteger a los oradores nazis en las concentraciones públicas.

Eran conocidos como los “camisas pardas”. Hugo Boss empezó a fabricar camisas de este color.
En marzo de 1923 aparecían las Fuerzas de Defensa (Schutzstaffel, o SS). Eran los “camisas negras”. Boss tomó buena nota. Y en 1926 sacaban la cabeza las Juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend, o HJ).



Se necesitaba ropa para vestir a todo este movimiento que en 1934 tenía tres millones y medio de miembros. El negocio era redondo y Hugo Boss no lo dejó escapar.

Abandona la fabricación de ropa civil para teñir su producción de negro y de marrón.

Y si hacemos caso de las cifras, las cosas le fueron inmejorablemente: en 1934 adquiere una empresa que se dedica a fabricar pañuelos, en 1939 compra una fábrica de telas y la empresa ya cuenta con 99 trabajadores y, en 1945, dispone de 128

Ropa para la Causa.

Durante la guerra, Hugo Boss ampliará su cartera de clientes con la Wehrmacht, el ejército alemán. Boss colaboró en la uniformidad del ejército de tierra alemán el Heer.

En el taller de Metzingen llegaron pedidos de la Sección de Vestuario (Bekleidung) del Estado Mayor (Stab), perteneciente a la Oficina de Asuntos Generales del Ejército (Allgemeines Heeresamt).

Este departamento controlaba la logística del vestuario de los soldados alemanes y ordenaba las normas relativas a la uniformidad.

Estas decisiones estaban perfectamente estudiadas e incluso aparecían explicadas en diversas publicaciones periódicas, como el “Boletín de Informaciones Generales del Ejército” (Allgemeine Heeresmitteilungen) y el “Boletín de Disposiciones del Ejército” (Heeres-Verordnungsblätter).

En estas publicaciones de definía la estética de los uniformes y el tipo de ropa que se debía utilizar en función del momento y de las circunstancias concretas.

También se estipulaba el número de piezas de ropa que se debían entregar a cada soldado o el término de renovación de éstas.

Por obra y gracia del nazismo, el taller de Metzingen deja atrás la delicada situación económica y se convierte en la segunda compañía textil más importante de Alemania durante la II Guerra Mundial.

Reducciones de Calidad

Los gastos en armamento comportaron una reducción del presupuesto en el diseño y la confección de la ropa militar.

Si en los años 30, los uniformes de las SS, la SA, las HJ y la Wehrmacht estaban fabricados con una mezcla de fibras y lana, durante la II Guerra Mundial, la lana reciclada se convirtió en el elemento básico de los uniformes.

Las necesidades de vestuario del ejército alemán nunca se satisficieron completamente por la escasez de materias primas.

Así se entiende que las tropas nazis requisaran toneladas de ropa en todas aquellas ciudades y países que ocupaban.

La logística nazi era excepcional y la diversidad del vestuario del III Reich era una mina para un sastre que estuviera bien conectado con el aparato.

Y es que el vestuario tipo del militar alemán podía tener hasta 8 uniformes distintos: el de campaña, el de servicio o diario, el de guardia, el de parada, el de presentación, el de paseo, el de trabajo, el deportivo y el de sociedad, este último solo para los oficiales.

Mano de Obra Esclava

La escasez de mano de obra durante el conflicto bélico no fue un obstáculo para el espectacular reflotamiento de la empresa.

Hugo Boss no dudó en utilizar mano de obra de trabajadores forzados del extranjero, sobre todo de mujeres polacas, país anexionado por el III Reich.

Las SS facilitaron a Boss la incorporación de 20 polacos provenientes de campos de concentración.

De hecho, esta situación estaba generalizada en la industria alemana entre 1939 y 1945.
Se calcula que en 1944, en Alemania y Austria, unos ocho millones de civiles (mayormente provenientes de Polonia y Rusia) trabajaron en contra de su voluntad para la industria del Reich.

Además, la ley nazi prohibía que los trabajadores autóctonamente alemanes ayudasen a sus nuevos “compañeros”. Ignoramos que actitud mostró Hugo Boss hacia sus subordinados extranjeros, pese que una huelga de hambre por parte de un grupo de polacas del taller de Metzingen hace pensar que la situación no debía ser muy agradable, sino todo lo contrario.

También se ha comprobado que entre 1940 y 1941, trabajaron 30 prisioneros franceses.

Igual Profesión, Diferente Suerte.

Evidentemente, no todos los sastres de Alemania corrieron la misma suerte que Boss.

Por ejemplo, en la misma Metzingen había una familia de fabricantes textiles judíos, los Herold, que mantenían una buena amistad con Boss.

Se trataba de una familia burguesa bien acomodada (el jefe de la familia tenía una Cruz de Hierro ganada en la I Guerra Mundial), que nunca pensó que después de la Noche de los Cristales Rotos de noviembre de 1938, los nazis los pondrían en su punto de mira y destrozarían sus fábricas.

Después de estos incidentes, la familia Herold huyó a Holanda, país posteriormente ocupado por los nazis, y en donde fueron capturados y ejecutados.

El pasado de Hugo Boss está ratificado por la memoria de Albert Fischer, un viejo comunista de 88 años, natural de Metzingen, que estuvo 5 años y medio encerrado en el campo de concentración de Buchenwald a causa de sus ideas políticas. Fischer conocía suficientemente bien a Hugo Boss y no ha dudado en confirmar las maniobras del confeccionista textil durante los años del nazismo.


Siegfried Boss, admitió en declaraciones a un semanario austriaco que su padre había sido miembro del partido nazi, pese que esgrimió que esta era una situación generalizada durante la II Guerra Mundial, ya que toda la industria alemana trabajaba para el Führer y para los nazis.

Cambiando La Imagen

En 1945, Hugo Boss fue declarado “beneficiario” del régimen nazi y su empresa fue calificada de “importante” en el entramado económico de la dictadura de Adolf Hitler, dos condiciones que comportaron que Boss perdiera el derecho al voto y una multa de 80.000 marcos (equivalentes a unos € 270.000).

Este importe ,se presume, lo pagó con el dinero obtenido gracias a la venta de grandes cantidades de seda para paracaídas, que Boss había comprado en el mercado negro durante la II Guerra Mundial.

De nada le sirvió la limpieza de la empresa, reciclada en la fabricación de uniformes para los trabajadores ferroviarios y de correos, ni el recurso que presentó a los tribunales de justicia.

Hugo Boss nunca obtuvo el perdón del Gobierno de la nueva República Federal de Alemania y murió en 1948 con el nombre manchado por la ignominia.

Tras la muerte del fundador, Siegfried Boss y Eugen Holly, yerno del fundador, tomaron las riendas del negocio y lo orientaron hacia “los triunfadores y los jóvenes hombres de negocios”, según reza la publicidad de la marca del año 1953.

Los nietos de Boss, Uwen y Jochen Holy, continuaron el trabajo con nuevas colecciones que combinaban la formalidad, el sentido de la moda y la calidad.

Quedan para la historia las maniobras de un diseñador que hoy está asociado a las camisas blancas de categoría, pero que un día se dedicó a fabricar camisas marrones y negras en beneficio de una causa responsable de uno de los peores genocidios conocidos.



Fuentes :Revista Sàpiens (Agosto 2003): Hugo Boss, el sastre de les SS por Jordi Finestres,Ferran Gallego.

Hugo Ferdinand Boss (1885-1948) und die Firma Hugo Boss Eine Dokumentation. Der Elisabeth Timm M.A.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado señor:
Deseo invitarle a la lectura de mi trabajo sobre el papel que jugó la industria de guerra soviética durante la Gran Guerra Patria (1.941-1.945). Articularé el texto en varias entradas o trozos para flexibilizar y cadenciar su lectura. A los forofos de la historia militar no se les pasa por alto que la economía se halla en la actualidad intensamente imbricada con el fenómeno bélico. Espero que los datos que voy a ir mostrando en el blog le sirva para comprender una parte importante de ese conflicto tan brutal que fue la imperfectamente denominada guerra germano-soviética.
Un fuerte abrazo desde tierras canarias.