martes, 30 de octubre de 2007

Italia 1943

En el invierno de 1943 Italia ya no formaba parte del Eje, se había salido de la guerra, lo cual la llevó, paradójicamente, a entrar completamente en ella. El suelo italiano, y los civiles que lo habitaban, sufrieron lo indecible a manos de las tropas alemanas y también aliadas.

El Mariscal Kesselring estaba dispuesto a impedir la subida de las tropas aliadas por la bota italiana, y para ello creó la Línea Gustav que nada tenía que envidiar a la Maginot y que en la práctica resultó mucho más formidable que ésta.

Los aliados, con tropas de todas las nacionalidades: norteamericanos, indios, británicos, canadienses, indios, sudafricanos, tunecinos, marroquíes, argelinos, senegaleses, brasileños, polacos, neozelandeses, nepalíes, belgas e incluso italianos monárquicos fueron los encargados de desalojarlos de las trincheras y los fuertes de hormigón que se escalonaban en las rocas y las montañas de los Apeninos, entre Nápoles y Roma.

La heterogeneidad de las tropas aliadas fueron en si mismo un obstáculo al generar complejos problemas de dirección con comandantes provenientes de disciplinas militares muy distintas:
“Durante el trayecto, los diversos batallones y compañías formaban un convoy de aspecto extraño. De los camiones brotaban toda clase de excrecencias, tales como cajones de pollos vivos, cubos, bolsas de agua, trozos de muebles y ropas secándose al viento.De algunos de los camiones llegaban los balidos de ovejas y cabras, porque tanto musulmanes como hindúes transportaban su carne viva la sacrificaban ritualmente según la necesitasen.
El convoy entero era como un circo ambulante, si bien erizado de armas, y el espectáculo era observado con asombro por la población italiana, harta de la guerra” .

“Las patrullas sufrían frecuentes emboscadas en el terreno montañoso. Un cabo de la Durhan Light Infantry relata uno de esos episodios: ‘Nos descubrieron. Jerry disparó sus morteros contra nosotros, así que tuvimos que regresar a nuestras posiciones. Ni antes ni después he estado bajo un cañoneo como aquel.

Aquella noche Jerry [los alemanes] lanzó todo lo que tenía contra nosotros. Bastantes de los nuestros quedaron conmocionados –sencillamente perdieron los nervios- lloraban, reían, lloraban un momento, reían al siguiente… como si fueran niños’.

Nápoles

Ciudad destrozada por los alemanes y tomada por los aliados que la convirtieron en su base de operaciones y centro de esparcimiento.
Antro de corrupción y diversión, donde la vida no valía casi nada y el honor era un concepto desconocido:
“El cómico Tommy Trinder, que visitaba las áreas de retaguardia entreteniendo a las tropas británicas, siempre obtenía una carcajada cómplice cuando contaba un chiste sobre su primera llegada al puerto de Nápoles.
Según sus órdenes, contaba, debía presentarse inmediatamente ante el jefe de puerto; que tendría un coche preparado para llevarle a su primer espectáculo para las tropas.

Cuando Trinder bajaba del barco fue abordado por uno de los muchos chulos que frecuentaban el puerto. “Yo te llevo a chica bonita”, ofreció el proxeneta.

Tommy siguió caminando. Aun persiguiéndole, el proxeneta le repitió su oferta.
El cómico se paró y dijo: “No quiero una chica bonita. Quiero al jefe del puerto”.

El italiano alzo la vista al cielo, como una expresión de asombro ante los peculiares gustos del ‘inglese’.

“El jefe de puerto –repitió-. Es muy difícil; pero yo intento.


Bromas aparte la población lo pasó realmente mal, y esto sin hablar de los irregulares marroquíes que sembraron el terror en sus avances, ya que al llegar a los pueblos, mientras mantenían inmovilizados a punta de pistola a los hombres del lugar, violaban a todas las mujeres sin distinción de edad, desde niñas hasta abuelas, causándoles graves daños que en muchos casos las condujeron a la muerte.

Matthew Parker ,The Story of the Hardest-fought Battle of World War Two.

Detenerlos a Cualquier Costo

Se habla mucho de las heroicas cargas de los polacos contra los Panzer, pero una de las mayores y más estúpidamente valientes de la segunda contienda la efectuó una unidad soviética.

El 17 de noviembre de 1941,la 44ª División de Caballería Mongola, del décimosexto ejército soviético, ataco al Reg .Inf.. 240 alemán al galope y esgrimiendo sus sables, cerca del pueblo de Moussino, durante la blitzkrieg hacia Moscú para tomar el puente de Yakhroma.

Recibidos con una tormenta de fuego, apenas 30 atacantes llegaron hasta las líneas germanas.

En 10 minutos, 2.000 caballos y sus jinetes yacían desangrándose en el suelo nevado.

Ni un alemán resultó muerto o herido.

El relato de un soldado aleman.

Aunque no podiamos creernos que el enemigo pretendiese atacarnos a campo abierto,ya que el terreno frente a nosotros parecia una explanada para desfilar,de pronto tres filas de caballeria iniciaron galope hacia nuestras posiciones.

Los jinetes cargaron echados sobre los cuellos de sus caballos y blandiendo sables que refulgian al sol.
Nuestros primeros proyectiles hicieron explosion justo en medio de sus filas,tras lo cual todo quedo oculto bajo una espesa nube negra.

Cuerpos dezpedazados de jinetes y caballos salieron volando por los aires sin que se pudieran distinguir unos de otros.

Mientras los caballos,enloquecidos por ese infierno,corrian desbocados en todas direcciones,los pocos supervivientes fueron rematados por el fuego de la artilleria y las ametralladoras.

Inesperadamente,una segunda oleada de jinetes cargo saliendo del bosque.

Resultaba imposible imaginar que,aniquilados los primeros escuadrones,aquella escena dantesca se repetiría,pero ya teniamos nuestra armas bien apuntadas hacia el objetivo,por lo que esta vez la caballeria quedo arrasada en menos tiempo aún.

Fuente:B. Nevzorov,Moskovskaya Bitva

viernes, 26 de octubre de 2007

“La Pelota como Bandera”.



Corre 1942, las tropas nazis han invadido la URSS y ocupan Kiev, capital ucraniana.


Josif Kordik, dueño de la Panadería Nº 3, almuerza en un restaurante cuando divisa en la vereda del frente a Nikolai Trusevich, arquero del popular Dínamo.


La guerra ha obligado a disolver el equipo y sus jugadores se han dispersado.

El gigante Trusevich -hambriento y muerto de frío- recién ha salido de un campo de prisioneros y deambula sin saber dónde dormir.


La reacción natural del hincha habría sido pedirle un autógrafo al ídolo. Kordik no sólo hace eso: le ofrece trabajo como barrendero.


Colaboracionista alemán, ve pronto una oportunidad única. Gracias a Trusevich recluta en su fábrica a una docena de las mayores estrellas del futbol local.


“Me escondía en la casa de mi suegra. Nikolai me contó la idea y lo ayudé a encontrar al resto de los muchachos”, relata el wing Makar Goncharenko.


Los desesperados cracks reciben comida y techo cuando el país está en ruinas.


F.C.Start


Hasta aquí podría ser una historia ejemplar.

Pero Kordik no es un tipo misericordioso y aprovecha su poder para crear un equipo personal que entrena en el patio de la panadería.


Simpatizantes comunistas, los jugadores deciden que su camiseta sea de un color rojo furioso.

Así nace el FC Start, una verdadera selección de Kiev que sin saberlo camina al matadero.


“No tenemos armas, pero venceremos en la cancha a los fascistas bajo los colores de nuestra bandera”, proclama el arquero Trusevich antes del primer partido oficial, que juegan con botas de trabajo y overoles recortados.


Los nazis usaron al fútbol como instrumento de propaganda.


Quisieron organizar el abortado Mundial de 1942 y dos semanas antes de la caída de Berlín aún se jugaban partidos de copa.


Un equipo de la anexada Austria, el Rapid de Viena, figura como campeón de la temporada 1941 del fútbol alemán.


En cada país ocupado se organizaron torneos para brindar a la población una falsa sensación de normalidad. Eso sucedió en Ucrania.


En la extraña liga creada en 1942 participaron seis cuadros.

Cuatro representaban a ejércitos del Eje. El quinto era el Rukh, formado por colaboracionistas locales; el sexto, el FC Start, que en el primer partido aplastó por 7 a 2 a sus compatriotas.


Kordik los había obligado a participar pese al evidente riesgo.

La caridad de sus compatriotas les permitió comprar calcetines y pantalones cortos para los siguientes encuentros.


Sin querer, el Start se había convertido en símbolo de la resistencia y en un buen negocio.

Jugando en un pequeño y atiborrado estadio siguió goleando sin piedad a sus rivales.


El 6 de agosto se coronó campeón invicto humillando por 5 a 1 al Flakelf, el invencible seleccionado de la Luftwaffe.


“Pese al marcador, ambos equipos fueron parejos”, informó una escueta nota de prensa nazi.


Al día siguiente los alemanes tapizaron Kiev con carteles que anunciaban una innecesaria revancha, que se jugaría dos días después.


Ese caluroso domingo 9 de agosto, el Estadio Zenit estaba repleto.


En la tribuna, oficiales nazis; en las galerías, el pueblo ucraniano custodiado por soldados y mastines.


El árbitro advirtió al Start que debía saludar a sus rivales con un sonoro “Heil, Hitler”.


En vez de ello, en la cancha los ucranianos se golpearon el pecho y gritaron a la usanza comunista.


El primer tiempo fue un festival de patadas que el réferi no quiso ver. Trusevich permaneció varios minutos inconsciente luego de ser golpeado en la cabeza y, sin arquero, los germanos abrieron la cuenta.


Pese al robo, los de rojo se fueron al descanso venciendo por tres a uno, con dos tantos del goleador Ivan Kuzmenko.


Las graderías hervían y el comandante de ocupación Eberhardt era insultado por un verdadero coro popular.


En el entretiempo, un oficial nazi entró al camarín del Start. “Deben comprender las consecuencias de sus actos”, les advirtió.


Sin embargo el orgullo fue más fuerte y los rojos vencieron por 5 a 3.


El árbitro suspendió el partido luego de que Aleksei Klimenko, defensa ucraniano, gambeteó a medio equipo rival, llegó hasta la línea de gol y en vez de anotar volvió caminando con el balón al círculo central.


La multitud enloqueció e incluso soldados húngaros y rumanos, aliados alemanes, participaron de revueltas en las afueras del estadio.


Extrañamente, el fin de semana siguiente el FC Start volvió a jugar y goleó por 8 a 0 al Rukh.


Pero dos días después nueve de sus jugadores fueron detenidos por la Gestapo y acusados de sedición.


El volante Nikolai Korotkykh fue ejecutado en el acto: su propia hermana lo había denunciado como espía ruso.


Tras semanas de torturas el resto fue enviado al tenebroso campo de concentración de Siretz.

Luego de un ataque de partisanos ucranianos se ordenaron fusilamientos selectivos como amedrentamiento. Kuzmenko, Klimenko y el arquero Trusevich fueron ejecutados.


Este último murió con su camiseta puesta gritando “¡el deporte rojo nunca morirá!”.


Sus cuerpos fueron lanzados a un barranco.

Sólo cuatro miembros del FC Start sobrevivieron hasta la liberación rusa.


Lo que vino fue absurdo. Autoridades estalinistas los acusaron de traición por confraternizar con el enemigo y sólo salvaron la vida jurando guardar silencio para siempre.


Pero su leyenda crecía en Ucrania y en los años 60 salió a la luz.


La adornada historia oficial establecía que luego de la victoria contra los nazis los once jugadores del equipo, aún uniformados, habían sido fusilados en un risco con los puños en alto.


Esa versión fue recogida por el uruguayo Eduardo Galeano en su relato “La Pelota como Bandera”.


Tras la caída de la URSS se conoció la verdad. Makar Goncharenko era el único miembro del FC Start que aún vivía y por fin pudo hablar.


Poco antes de fallecer en 1996 conversó con el periodista inglés Andy Dougan, autor del libro “Dínamo: Defendiendo el honor de Kiev” (recientemente publicado en español).


El viejo lateral tenía la película muy clara y no se creía un héroe: “Mis amigos no murieron porque fueran grandes jugadores, murieron como tantos otros porque dos regímenes totalitarios se enfrentaron. Estábamos condenados a ser víctimas de una masacre a gran escala”.


En Ucrania, los jugadores del FC Start hoy son héroes patrios y su ejemplo de coraje se enseña en los colegios.


En el estadio Zenit una placa reza “A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi”.


Y quienes conservan una entrada del partido más triste de la historia tienen asegurado de por vida el pase gratis para alentar al Dínamo de Kiev.

Jasper Maskelyne,un mago en Guerra.

“Denme libertad y no habrá límites para los efectos que puedo crear en el campo de batalla.
Puedo crear cañones donde no los hay y hacer que disparos fantasmas crucen el mar.
Puedo colocar un ejército entero en el terreno si eso es lo que quiere, o aviones invisibles, incluso puedo proyectar en el cielo una imagen de Hitler sentado en el wáter a miles de pies de altura”.

Empezada la 2ª guerra mundial los teatros se quedaron vacios y Maskelyne decide alistarse en el ejército, concretamente en la división de camuflaje.

Su pensamiento era ¿si puedo engañar a unos espectadores a pocos metros, seguro que puedo engañar a los alemanes a cientos de millas?. Pero no os penseis que le fue fácil, no, todo lo contrario, el ejército denegaba constantemente sus ideas y el empleo de magia en la guerra.

Con 37 años el dia 14 de octubre de 1940 ingresa en la academia de camuflaje y para ser tenido en cuenta tuvo que hacer una demostración ante un inspector general al que engañó con técnicas de ocultación de ametralladoras.
Esto le valdría para que aquel le reclutase y así en la primavera de 1941 llega a el Cairo.

No obstante aun tendría que luchar lo suyo para que le asignasen alguna misión ya que los mandos preferian que utilizase la magia para distraer a la tropa.

A fuerza de insistir le dejan crear una unidad de camuflaje experimental en la que el propio Maskelyne recluta uno por uno entre 400 a sus colaboradores a los que el denominaria la banda mágica.

Entre estos había un dibujante, un maestro vidriero, un ceramista, un ingeniero electrico y algún analista quimico pero especialmente destacó un carpintero escenógrafo de teatro.

Despues de varios meses sin obtener misión alguna y tras la desesperación del ejército aliado de ver como los alemanes les bombardeaban, por fin se recurre a la banda mágica para una misión: defender el puerto de Alejandría.

Este puerto era la base marina principal en Norafrica de los aliados y un bombardeo hubiese sido nefasto.

El 18 de junio del 41 empieza a estudiar el puerto para determinar la técnica ya que había que ocultar cientos de buques, edificios y todo entre varios canales marinos, desde luego es algo mas complicado escamotear un puerto que una bola o moneda.

Una vez analizado todo Maskelyne anuncia su plan que no sería el de ocultar el puerto sino trasladarlo de sitio. Utilizando barro, lona y carton construye una réplica del puerto pero la lleva a una bahía no utilizada que estaba separada por pocos km. (bahía Maryut) y que era muy parecida al puerto de Alejandría, al menos vista desde el aire y debemos pensar que entonces los aviones no llevaban los sistemas sofisticados de ahora por lo que atacaban guiados por las luces y fotografías aereas.

La maestria de Maskelyne con el uso de las perspectivas y sus conocimientos de las técnicas con luces y sombras eran determinantes para todos los trucos empleados.

Hizo una replica completa de las luces del puerto de Alejandría y además colocó explosivos controlados para simular los aciertos de las bombas enemigas.

La magia de Maskelyne está preparada.
Es de noche, se apagan todas las luces del puerto de Alejandría al tiempo se encienden las de la bahía de Maryut (el falso puerto), cuando los aviones llegan se detonan cargas por control remoto que desvian la atención de todos los pilotos sobre ese punto en el que empiezan a disparar creyendo que las primeras explosiones las habian provocado sus propias bombas.

Una verdadera lección de distraccion que se mantendría durante 2 noches mas que los alemanes siguieron bombardeando el falso puerto.
Maskelyne y su banda mágica ha tenido un rotundo éxito.
Esto sirve para que le nombren Comandante y lo más importante el respeto de sus superiores.

A partir de aqui los retos serían aun mayores: el canal de Suez, en el que utilizó técnicas de cámara negra y un sofisticado juego de espejos, la ocultación de un destacamento de tanques atravesando el desierto, la batalla de Alamein en la que Maskelyne realizó el mayor engaño de todos al crear un falso ejército que desvió a los alemanes a una zona que permitió a los aliados obtener ventajas en esa batalla.

Estas fueron las principales actuaciones de Jasper Maskelyne en la 2ª guerra mundial.

Murió en Kenia en 1973 llevándose con él los secretos de guerra.

Como muchos magos de la historia su vida está llena de misterios y hasta su propio hijo (que no se dedica a la magia) dice que le cuesta separar realidad y ficción en la biografia de su padre."

All That Jazz




El Luftwaffe Oberleutenant Dietrich Schulz-Koehn anduvo a lo largo de las vias de ferrocarril cerca de Saint Nazaire con otros tres oficiales alemanes.


Cuatro oficiales americanos bajaron de las líneas hacia ellos.

El fuego de armas portátiles podía ser oído en la distancia.


El invierno de 1944 era frío.El día era gris, como una vieja impresión de una película en blanco y negro de guerra...


Ellos en esa pelicula tenían papeles menores, eran una atracción secundaria.

El teatro principal de guerra se había movido el este de Alemania.

Tomaron fotografías el uno del otro, y negociaron las copias.


Un oficial Afroamericano que había estado admirando la Rollieflex de Schulz-Koehn's preguntó: ¿" Cuánto quiere usted por la cámara? "


" No está a la venta. ",respondió.


Al oficial aleman le caian simpaticos los Americanos y en particular los de raza negra.


¿" Y por aproximadamente tres cartones de Luckies y cuatro pares de medias de mujer?.


La negativa ya no era suficiente.


Pero en realidad había algo. ¿Por qué no preguntar? .


La guerra estaba casi terminada de todos modos.


El Oficial Schulz-Koehn se enderezó y ajustó su abrigo de cuero.


No había nada que perder.


Vaciló un instante y preguntó.¿"Tiene usted algún disco de Count Basie? "



Jean Baptiste “Django” Reinhardt nació en Bélgica en el seno de una familia gitana y nómada en 1910.


Ya desde niño, había asombrado a todos con su habilidad musical y su destreza tocando el banjo, que no abandonó hasta los dieciocho años, momento en el que, al haberse quemado una mano al incendiarse la carreta en la que vivía con su primera esposa, perdió la sensibilidad en los dedos medio y anular de la mano izquierda.


Aún en el hospital, Reinhardt empezaba a convencerse de que su carrera musical había terminado prematuramente cuando su hermano, Joseph Reinhardt, le regaló una guitarra que cambiaría su vida.


Reinhardt cambió el banjo por la guitarra definitivamente, e inventó una nueva técnica acorde a sus facultades mermadas. Progresivamente se fue interesando por el jazz.


Admiraba, sobre otros, a Duke Ellington y a Louis Armstrong.

En el jazz encontró la perfección formal y la precisión instrumental, carentes en la música popular, que admiraba en la música clásica (según sus propias palabras).


En 1931, en un club de Montparnasse, Django conoció a Stephane Grapelli, y quedó impresionado por su virtuosismo con el violín.


Desde ese momento empezaron a tocar juntos.

Esta unión culminó con la fundación del Quinteto del Hot Club de Francia, grupo con el que obtendría fama y reconocimiento internacional.


Durante la segunda guerra mundial se separó de Grapelli, puesto que éste se quedó en Londres, y salvó su vida por ser el protegido de un oficial nazi admirador suyo,el Oberleutnant Dietrich Schultz-Koehn.


A este oficial lo conocio en Paris cuando tocaba con su banda de jazz en La Cigale .


La Banda estaba integrada por musicos de color,un judio y Django que era gitano.


En los años siguientes Django compartió escenario con todos los “jazzmen” americanos que visitaron Paris.


En 1946 viajó a Estados Unidos para hacer una gira como invitado especial de la orquesta de Duke Ellington.


Debido a un fatal golpe le sobrevino una hemorragia cerebral que acabó con su vida en 1953 a los 43 años de edad.


Fuente:Jazzzeitung ,Wehrmachtsoffizier und Jazzpropagandist.

Axis Sally,La Rosa De Berlin.








Axis Sally nació en Portland, Main el 29 de Noviembre de 1900, con el nombre de Mildred Elizabeth.

Fueron sus padres Vincent Sisk y Mae Hewitson Sisk.
Sus padres se divorciaron, en 1907, antes que ella cumpliera 10 años.
Poco después, su madre se casó con un dentista llamado Robert Bruce Gillars y por esa razón Mildred tomó el apellido de su padrastro, siendo desde entonces Mildred Elizabeth Sisk Gillars.

Su vida transcurrió de manera normal. Creció, se educó y se graduó en 1917.
Estudió en la universidad de Ohio Wesleyan, situada en el pueblo de Delaware hasta 1922, sin lograr obtener el título en Arte Dramático, pero tomando cursos de idiomas y vocalización.

Sin duda estaba bien preparada para el trabajo que desempeñaría en el futuro.
En 1929 su madre la llevó a Francia donde estudió por espacio de 6 meses.
De regreso a Estados Unidos trabajó en Nueva York, donde obtuvo pequeños papeles en comedias musicales, pero nada importante que la hiciera destacar.

Entre 1934 y1935, estuvo en Alemania, estudiando música en Dresde y trabajando como vendedora e instructora de inglés en Berlitz.Regresó a Estados Unidos y volvió a Alemania, poco después del ataque a Pearl Harbor.

Trabajó como aspirante a actriz, como mesera y oficinista, mientras esperaba la oportunidad de obtener un papel dramático en el teatro o en el cine.
Conoció a Max Otto Koischwitz ex ciudadano americano y ex profesor universitario,con quien tuvo un romance. Otto, en esos momentos oficial del ejército alemán, se desempeñaba como director de programación de Radio Berlín y a cargo de la difusión de propaganda política.

Trabajando para El Reich

Por medio de Otto, se involucró en el Ministerio de Propaganda y trabajó activamente radiodifundiendo material escrito específicamente dirigido a las fuerzas armadas americanas, a los prisioneros de guerra y a las mujeres que en Estados Unidos esperaban el regreso, sanos y salvos, de sus hijos al hogar.

Su principal misión, bajo el seudónimo de Midge at the Mike (Midge en el Micrófono), era la desmoralización del enemigo.

El apelativo Axis Sally le fue puesto por los soldados americanos en el frente. Mildred se convirtió en una estrella de tipo disk-jockey con un programa llamado "Hogar, Dulce Hogar", pero que estaba cargado de una fuerte dosis propagandística, dirigida especialmente contra los judíos y contra el Presidente Franklin Roosevelt, entre otros políticos de la época.

El programa diario se inició el 11 de Diciembre de 1941 y duró hasta el 6 de mayo de 1945.La mayoría de los programas fueron emitidos desde Berlín, pero también se efectuaron en Holanda. Francia y durante la Batalla del Bulge, cuando estuvo muy activa intentando desmoralizar a las fuerzas americanas.

Todas esas emisiones fueron grabadas en Silver Hill, Maryland, Estados Unidos y servirían de pruebas durante el juicio que se le siguió luego de ser capturada.

Normandia

El programa más famoso de Sally fue uno titulado Visión de la Invasión ocurrido el 11 de mayo de 1944.
Fue dirigido a las tropas americanas en Inglaterra mientras esperaban el momento de la invasión a Normandía. Mildred hizo el papel de una madre que soñó que su hijo moría durante la invasión, en un barco incendiado durante la travesía.

El programa fue adornado con gran profusión de efectos sonoros, mientras un locutor relataba, "The D of D-Day stands for doom... disaster... death... defeat... Dunkerque or Dieppe" es decir " la D del Día-D significa sentencia, desastre, muerte, derrota, Dunquerque o Dieppe."

Después de la rendición de Alemania, Mildred trabajó con los desplazados en la obtención de comida, casa, tratamiento médico, localización de parientes y amigos desaparecidos y hasta en la búsqueda de empleo para los millones de personas desocupadas.

Prisión

Pasó tres semanas en un hospital americano en 1946.
Luego fue internada en un campo de prisioneros en Wansel Alemania, pero se le otorgó amnistía y fue liberada, en la Navidad de 1946.

Vivió en la Zona Francesa de Berlín, pero un día al tratar de renovar su pase en Frankfurt fue arrestada y encarcelada, por más de un año.

El 21 de Agosto de 1948, fue llevada a los Estados Unidos y recluida en la Cárcel del Distrito de Columbia en Washington. Más tarde se le hicieron 10 cargos de traición a la patria, que se convirtieron en 8, siendo enjuiciada, el 25 de Enero de 1948.


El 10 de Marzo de 1949, un jurado federal de siete hombres y cinco mujeres la exculpó de 7 cargos y sólo la encontró culpable, luego de la presión gubernamental en el décimo cargo, que fue el haber propalado el programa La Visión de la Invasión.

Axis Sally fue sentenciada a prisión de 10 a 30 años y al pago de una indemnización de $10,000.00. Luego de pasar 12 años de encarcelada en el Reformatorio de Mujeres en Alderson, West Virginia, fue indultada, pero prefirió permanecer en prisión para ridiculizar la acusación de traidora.

Dos años después solicitó su liberación saliendo de la cárcel el 10 de Junio de 1961.

Ingresó a un convento de monjas católicas cerca a Columbus, Ohio.

Trabajó como maestra en la escuela de la congregación y regresó a la universidad obteniendo un título de grado en locución en el año 1973.

Mildred Elizabeth Gillars, más conocida como Axis Sally, murió de cáncer al colon el, 25 de Junio de 1988, en Columbus, Ohio, a la edad de 87 años.

domingo, 14 de octubre de 2007

El Bombardero Secreto



El Bombardero Secreto

Al amanecer del 31 de Diciembre de 1944, mientras la Batalla de las Ardenas aún se desarrollaba, dos jóvenes aviadores despegaban desde Inglaterra, y volaban su B-17 Flying Fortress en formación junto a otros cientos en lo que iba a ser un “esfuerzo máximo” sobre Alemania por parte de todos los aviadores.

Este Día de Nochevieja pronto requeriría el máximo esfuerzo que estos dos hombres pudieran realizar para sobrevivir a lo que se considera uno de los accidentes más extraños de toda la historia de la aviación.

Era la vigésimo segunda misión para el capitán Glenn H. Rojohn, natural de Greenock, Pennsylvania, piloto del B-17 número de serie 42-231987, y para el alférez William G. Leek, Jr. del estado de Washington, su copiloto , 37 bombarderos pesados del 100º Grupo de Bombardeo despegaron ese día.

Tan sólo 25 aviones regresaron a Inglaterra.
Tras el desayuno, en la reunión informativa en la base, hogar para los miembros del 100º Grupo de Bombardeo desde Junio de 1943 hasta Diciembre de 1945, Rojohn y Leek supieron que su objetivo sería Hamburgo, una ciudad portuaria con numerosas refinerías de petróleo y dársenas para submarinos.




El alférez Robert Washington, navegante de la nave, recordaba el comienzo de esta, su vigésimo séptima, misión: “El despegue en la mañana del 31 de Diciembre de 1944 se retrasó por la niebla, y cuando organizamos el grupo y nos alejamos de la costa de Inglaterra supimos que la escolta de cazas se había retrasado por las condiciones atmosféricas”.


Llevaba “casi más tiempo la reunión para partir hacia la misión que cumplir la misión en sí,” recordaba Rojohn, “ por que el tiempo en Inglaterra siempre es malo, y teníamos que volar en círculos una y otra vez hasta que atravesábamos el nublado.

Nuestros escuadrones (Rojohn volaba en el Escuadrón C) se formaban entonces, nos juntábamos con los otros grupos hasta formar una larga línea de naves dirigiéndonos hacia Alemania. Este día en concreto, volamos sobre el Mar del Norte hasta un punto al sur de Dinamarca y viramos al sudoeste, río Elba arriba hasta Hamburgo. Sobre el blanco nos encontramos con que nos tiraban con todo menos con el fregadero”.




Los recuerdos de Leek acerca de la misión de Hamburgo eran igual de vívidos: “Tanto el objetivo como el cielo sobre él estaban negros desde hacía muchas millas. La flak era brutal. Volamos a través de nubes de flak y trozos de avión durante lo que me pareció una hora”.


Aunque a Rojohn no le gusta criticar a sus oficiales al mando, considera que se cometió un error aquel día. “En vez de atacar el objetivo y virar sobre Alemania todavía con un rumbo sudoeste y entonces salir por Bélgica, nos hicieron virar 180 grados de regreso al Mar del Norte,” dijo Rojohn. “Por lo que un viento de cola de 80 nudos se convirtió en un viento en contra de 80 nudos.


Era como si en tierra fueras a 80 ó 95 kilómetros por hora “Cuando finalmente nos alejamos de las baterías de flak de la costa,” recordaba Washington, “viramos al Oeste y bordeamos la zona de flak volando entre Heligoland y Wilhelmshaven. La flak era abundante mientras cruzamos la costa. No estoy seguro de donde giramos al Oeste, si entre Bremehaven y Kuxhaveno o si sobrevolando la pequeña ciudad de Aurich y cruzando la costa cerca de Norden”.


Sobre el Mar del Norte, recordaba Rojohn, volaban a 22.000 pies cuando ellos “se encontraron con oleada tras oleada de cazas alemanes. Apenas habíamos alcanzado el Mar del Norte y el cielo rugía a nuestro alrededor con explosiones de flak y con los cazas alemanes Me-109, tan cerca que podía ver el rostro de los jóvenes pilotos según nos rebasaban. Dada nuestra formación, era como si estuvieran de excursión. Perdimos avión tras avión”.


Según un relato escrito por el sargento especialista Orville E. Elkin, ametrallador de la torreta superior e ingeniero de Rojohn: “Los cazas venían de todas las direcciones, las 12 en punto, las 6 en punto, desde abajo y desde arriba. Tu cuerpo se queda helado y entumecido de miedo cuando te das cuenta que tan sólo un milímetro y medio de aluminio es lo que hay entre tú y todas esas balas”.


Diez aviones se perdieron rápidamente.Leek había estado a los controles cuando la tripulación se preparó para el bombardeo. Él y Rojohn se alternaban a los mandos cada media hora. “En esta misión,” recordaba Leek, “el avión guía estaba frente al ala de Glenn, por lo que él pilotó durante el bombardeo. Yo debería haberme mantenido a los mandos durante mi media hora, pero una vez comenzó el ataque nuestra formación se estrechó y empezamos a bambolearnos arriba y abajo. Nuestro avión guía estaba fuera de mi vista. Estuve venga hacer correcciones, pero parecía que todos los aviones se movían a destiempo. Le pedí a Glenn que pilotara, y lo hizo”.


Rojohn maniobró para cubrir el hueco creado cuando el B-17 (con el número de serie 43-338436) pilotado por alférez Charles C. Webster fue derribado en llamas y explotó en tierra. . “Estaba yendo hacia aquel hueco cuando notamos un tremendo impacto,” recordaba Rojohn. Notando la sacudida del bombardero, los hombres inmediatamente pensaron que su avión había colisionado con otro. Lo había hecho, pero de una manera que nunca antes había ocurrido, ni ocurriría después.


Otro B-17 (número de serie 43-338457), pilotado por el capitán William G. MacNab y el alférez Nelson B. Vaughn, se había elevado. Los cañones de la torreta dorsal de la nave de MacNab habían perforado la cubierta de aluminio del vientre del avión de Rojohn, uniendo ambos enormes aviones como”libélulas copulando”, según dijo Leek.


Las dos naves se habían convertido en una.


Tanto si MacNab y Vaughn perdieron el control de su avión por estar seriamente heridos o que los aviones chocaran por que tanto Rojohn como MacNab se dirigieron a cerrar el hueco creado en la formación es imposible de saber. Tanto MacNab como Vaughn resultaron mortalmente heridos ese día y nunca pudieron dar su versión.


El cabo primero Edward L. Woodall, Jr., ametrallador ventral de MacNab, recordaba que cuando se hizo una comprobación de la tripulación justo antes del choque en el aire, todo el mundo había respondido.


“En el momento del impacto,” dijo Woodall, “perdimos toda la energía eléctrica y los intercomunicadores en nuestra nave. Supe que estábamos en un lío por la violenta sacudida del avión, por no tener energía para mover la torreta, por la perdida de los intercomunicadores y por ver caer trozos de metal. Mi torreta se atascó con las ametralladoras apuntando hacia las 9 en punto.

Es aquí donde los incontables simulacros de cómo salir de la torreta tuvieron su recompensa, automáticamente alcancé la manivela, solté el embrague y moví manualmente la torreta y las ametralladoras hacia su posición inferior para poder abrir la escotilla y encaramarme hasta el interior de la nave.

Pude ver que otro avión se había acoplado al nuestro y su torreta ventral estaba clavada en nuestra nave”.


En su libro de 1946 The Story of the Century, John R. Nilsson escribía que E. A. Porter, un piloto de Payton, Missouri, que fue testigo de la colisión aérea, había escuchado el aviso por la radio: “’¡F de Fox, F de Fox, bájalo!’, pero Macnab, cuya radio estaba fuera de servicio, no lo oyó.


Para no ver el choque que parecía inevitable, Porter volvió su cabeza, mientras dos de sus artilleros, Don Houk de Applleton City, Missouri, y Clarence Griffin de Harrisbourg, Illinois, contemplaban horrorizados como MacNab y Rojohn se empotraban ‘como si hubieran sido elevados por un grúa gigantesca’, y muchos de los angustiados aviadores del 100º Grupo vieron a ambas Fortalezas aferradas, la de Rojohn encima, montando a caballito sobre la de MacNab, no explicándose como se mantenían pegadas.


Un incendio se declaró en la nave de MacNab, en la que todavía funcionaban tres de los propulsores, y ambos bombarderos se estremecieron, girando en el aire, tratando de soltarse del mortal acoplamiento”Washington abrió la escotilla de escape y “ vi el B-17 colgando allí con tres motores girando y uno perfilado. Rojohn y Leek se ladearon a la izquierda y arrumbaron al Sur hacia tierra”.

“La hélice exterior del lado de Glenn golpeó la encastradura del motor de la nave inferior,” recordó Leek. “Glenn forzó los motores dos o tres veces en un intento de separarnos. No funcionó, pero fue una buena intentona. El motor exterior izquierdo del avión inferior estaba ardiendo. Pusimos en paso bandera nuestras hélices para no avivar el fuego e hicimos sonar la alarma de evacuación”.Nuestros motores todavía funcionaban y en la nave inferior lo hacían tres”, dijo Rojohn.


Cuando se dio cuenta de no podría soltar su avión, Rojohn apagó los motores para evitar una explosión. Dijo a Elkin y al sargento especialista Edward G. Neuhaus, el operador de radio, que saltaran por la cola, única vía de escape que quedaba pues el resto de las escotillas estaban bloqueadas.


“Los dos aviones entrarían en picado a no ser que tiráramos de los controles continuamente”, escribió Leek. “Glenn indicó a la izquierda y giramos el revoltijo hacia tierra. Sentí que Elkin me tocó el hombro y le envié hacia atrás a través de la bodega de bombas. Nos hallábamos ya sobrevolando tierra y (el bombardero, sargento James R.) Shirley vino desde abajo. Le indique que siguiera a Elkin. Finalmente Bob Washington vino del morro. Estaba justo entre nuestros asientos. Glenn le indicó que fuera atrás con los otros. Estábamos cayendo rápidamente”.


En el momento que él trepó al compartimiento de los pilotos antes de abandonar la nave, recordaba Washington, “vi a los dos (Rojohn y Leek) manteniendo los controles contra su estómago y sus pies apoyados en el panel de instrumentos. Habían perfilado las hélices para evitar incendios, creo. (Shirley) y yo atravesamos la bodega de bombas y saltamos por la puerta lateral, procurando caer rectos para evitar la sección de cola del otro avión que estaba algo a la derecha de nuestra cola”.


Gracias al esfuerzo físico de Rojohn y Leek, Shirley, Elkin, Washington, el cabo primero Roy H. Little (artillero lateral), el cabo primero Francis R. Chase (sustituto del artillero de cola), y Neuhaus fueron capaces de alcanzar la trasera del avión y evacuarlo.


“Podía oír a Russo (cabo primero Joseph Russo, artillero ventral de Rojohn) rezando Ave Marías por el intercomunicador,” dijo Leek. “No podía ayudarle, y sentí que de alguna manera estaba invadiendo su intimidad. Me quité el casco y vi que estábamos a 15.000 pies . Esta fue para mí la parte más dura de todo el viaje”.


Antes de saltar, Little, Neuhaus y Elkin intentaron manualmente mover la torreta ventral para liberar a Russo. “No se movió,” escribió Elkin. “No había manera de que aquel valiente escapara”.


“Algo más tarde,” recordaba Leek, “nos tiraron unos cañonazos que hicieron una nubecilla blanca y redondeada, como grandes semillas de diente de león listas para esparcirse. Ahora el fuego empezaba a propagarse por nuestra ala izquierda, y me preguntaba ¡qué pensaban esos artilleros alemanes que estábamos haciendo y a dónde estábamos yendo!.


Al poco tiempo, la munición del calibre .50 comenzó a explotar por el calor en el avión de abajo. No sé si el último fuego antiaéreo había comenzado más incendios o si el principal se había extendido, pero ¡se notaba mucho calor ahí abajo!”.


Como oficial superior, Rojohn ordenó a Leek reunirse con el resto de la tripulación y saltar. Pero su copiloto se negó. Leek sabía que Rojohn sería incapaz de mantener el control físico de los dos aviones por si mismo y ambas naves entrarían en una espiral mortal antes de Rojohn pudiera alcanzar la sección de cola y escapar. “Sabía que un hombre abandonado en aquel desastre no sobreviviría, y me quedé a hacer todo el viaje”, dijo Leek.


Y menudo viaje que fue. “Lo único que podíamos controlar era que se mantuvieran (los aviones) nivelados”, dijo Rojohn. “Caíamos como una piedra”. El suelo parecía elevarse hacia ellos.Washington recordó que, desde su privilegiado observatorio mientras descendía en paracaídas, “ vi los dos aviones precipitarse contra el suelo, probablemente a unas dos o tres millas, y no vi más paracaídas. Shirley descendía a mi lado. Cuando los aviones se estrellaron, los vi explotar en llamas y desprender un humo negro”.


En un momento dado, dijo Leek, intentó escapar rompiendo la ventanilla con una pistola “Puro miedo, supongo. El suelo se acercaba cada vez con mayor rapidez. No había tiempo de rezar. Hicimos un último esfuerzo y nos empotramos contra el suelo”.


Cuando chocaron contra el suelo en Tettens, en las cercanías de Wilhelmshaven, Alemania, algo antes de la 1 p.m., la nave de Rojohn se separó de la de abajo, que explotó de inmediato. Elevándose y volviendo a caer, los restos del fuselaje del B-17 se pararon cuando el ala izquierda chocó contra un edificio de madera que hacía las veces de puesto de mando, tal y como recuerda Rojohn, “volando el edificio en pedazos”.


Se cree que Russo murió cuando los aviones tocaron tierra.“Cuando mi adrenalina comenzó a bajarse, miré a mi alrededor,” dijo Leek, “Glenn estaba OK y yo estaba OK, y un oportuno agujero estaba disponible para una salida rápida. Era una rotura justo detrás de la cabina. Me deslicé fuera hasta el ala izquierda para esperar a Glenn.


Saqué un cigarrillo y estaba a punto de encenderlo cuando un joven soldado alemán con un fusil subió lentamente al ala, haciéndome mantener las manos en alto. Me arrancó el cigarrillo de la boca y señaló hacia abajo. El ala estaba cubierta de gasolina.


”Rojohn y Leek tan sólo sufrieron ligeras heridas por el accidente, lo que extrañó mucho a los pilotos cuando le echaron un vistazo a los restos de su B-17. “Todo lo que quedaba de la Fortaleza Volante era el morro, la cabina y los asientos que ocupábamos,” recordó luego Rojohn.


Tras su captura, dijo Rojohn, fueron obligados a desnudarse “para que pudieran registrarnos en busca de armas, de las que ya nos habíamos deshecho. Nos subieron a un camión y dimos vueltas por la campiña para recoger supervivientes. Los alemanes entonces nos pusieron a todos juntos en una vieja escuela donde por fin pudimos hablar unos con otros”.


Viendo los aviones caer a caballito al suelo, los soldados alemanes en la isla de Wangerooge no podían creer lo que estaban viendo – “americanos locos volando con ocho motores”.


De hecho, los alemanes estaban tan preocupados porque los norteamericanos hubieran desarrollado una nueva y devastadora arma que Berkowitz fue trasladado a un centro de interrogación en Frankfurt, Alemania, y puesto en aislamiento.


Tras interrogarle durante dos semanas, sus interrogadores abandonaron la idea de una nueva amenaza aérea norteamericana, y Berkowitz fue trasladado a un campo de prisioneros cerca del Mar del Norte.


El soldado Rudolf Skarman, de 17 años, que disparaba a las formaciones de bombarderos norteamericanos desde Wangerooge, dijo que el comandante de la posición antiaérea, capitán Dinkelacker, les ordenó a él y a sus camaradas dejar los aviones enganchados en paz.

Dikelacker escribió ese día en su diario que a la 12:47 p.m., “ dos Fortalezas colisionaron en la formación en el NE. Los aviones volaron enganchados y yo cesé el fuego contra esos dos aviones”. No había manera de que Rojohn, Leek o cualquier miembro de la tripulación supiera que los alemanes habían dejado de dispararles.


Los civiles de Wangerland se pararon y observaron con extrañeza los dos aviones sobrevolándoles. Los espectadores más jóvenes corrieron hacia el avión de Rojohn y se llevaron todo lo que pudieron con presteza – una ametralladora y munición, algunas raciones y chicle.Little y Chase no sobrevivieron a sus saltos desde el avión.


El sargento especialista Herman G. Horenkamp, amigo y artillero de cola de Rojohn durante sus 21 anteriores misiones, no había participado en la misión de aquel día debido a una congelación sufrida en la anterior misión. Chase, a quien ni Rojohn ni Leek habían visto anteriormente y nunca tuvieron cara a cara, era el reemplazo de Horenkamp ese fatídico día.


Todos lo supervivientes del B-17 pilotado por Rojohn fueron capturados por los alemanes casi inmediatamente, así como los cuatro que saltaron del avión de MacNab – el alférez Raymond E. Comer Jr., el sargento especialista Joseph A. Chadwick, Berkowitz y Woodall.Woodall dijo a Rojohn años después que estaba muy agradecido tanto a Leek como a él por haberle transportado cuando los huesos rotos en el aterrizaje con el paracaídas no le permitieron caminar. Rojohn no recordaba nada de esto.


Tras la guerra, como otros cientos de soldados, Glenn Rojohn regresó a casa para casarse y tener familia. Finalmente se puso a trabajar con su hermano Leonard en el negocio de fontanería y aire acondicionado de su padre en McKeesport, Pennsylvania. Rojohn, que recibió la Cruz de Vuelo Distinguido y el Corazón Púrpura, dijo que debía su vida a Leek: “He de hacer justicia con mi copiloto, él es la razón de que esté vivo hoy. Se negó a acatar mi orden de evacuación y dijo ‘ me quedo contigo’. Uno de nosotros podía haber salido del avión. Él es la razón de que esté aquí hoy .


Rojohn buscó durante 40 años a través de la Seguridad Social y asociaciones de veteranos a su copiloto, Leek, pero sin éxito hasta 1986, cuando le dieron un número de teléfono del estado de Washington. Rojohn llamó al número y localizo a la madre de Leek, quien le preguntó si quería hablar con Bill, que había venido de visita desde California.


Los dos pilotos se reunieron durante una semana en 1987 en la reunión del 100º Grupo de Bombardeo en Long Beach, California.

Leek murió al año siguiente.Pero Robert Washington, el navegante aquel día sobre el Mar del Norte, todavía recuerda la extraordinaria frialdad con que los pilotos manejaron la extraña situación.

“Glenn dijo que no se consideraba a sí mismo un héroe; ¡pero yo si que lo considero!” dijo Washington. “Nunca olvidaré su calma, su gesto severo cuando me paré en la cabina cuando salía por la bodega de bombas hacia la puerta trasera. Pudo haber dicho, ‘Lárgate, Wash’ o haber hecho un gesto con su cabeza, pero supe que él y Bill Leek habían tomado una decisión y muchos de los que saltamos probablemente debamos nuestras vidas a su valor”.



Fuentes: Teresa K. Flatley May 1997 World War II.Magazine.
Stalag Luft I POW Piggyback Hero by Ralph Kenney Bennett